La cultura del hierro, forjada a martillazos sobre la bigornia
Se llamaba herreros blancos a aquellos hombres que forjaron la cultura del hierro a golpe de martillo sobre la bigornia, trabajando de sol a sol, dándole al hierro la forma deseada o fusionándolo y templándolo para mayor resistencia, y eficacia tanto en el roce como en la realización de su corte. En las ordenanzas concejiles y en el Catastro llamado del Marqués de la Ensenada se cita al herrero como 'hijodalgo de oficio'.
Ser herrero requería fuerza y destreza para el trabajo en la fragua. Se necesitaba tener una habilidad que debía unir un procedimiento preciso y una ejecución ágil basada en la experiencia que de generación en generación, de forma tradicional, ha venido practicándose con habilidad y observación. Son cualidades que determinan la calidad de su trabajo, ingeniado con los medios que el herrero tiene a su alcance para poder ejecutar el arte de hacer cantar el martillo sobre el yunque o bigornia a ritmo de una o dos personas para transformar el metal caliente hasta conseguir la forma deseada con producciones unitarias bajo encargo.
Mayo1805. Calle "principal" de la villa de Reinosa. En una casa de 40 pies de ancho y 200 de fondo, con habitación en alto y bajo, corral, caballería y pajar, lindante con otra del Marqués de Cilleruelo y con el río Ebro, conviven dos matrimonios cuyos hijos alcanzarán tan altísima relevancia social en la España del ochocientos como escasa memoria conservan hoy en su villa natal.
La comarca campurriana aún conserva, en los inicios del siglo XXI, el valioso patrimonio oral. Y, concretamente, una de sus páginas más importantes: el Romancero. Si bien en otro momento tuve la oportunidad de reseñar la importante contribución de Campoo a la tradición oral (Valiente, 2003), ahora es el turno de sus protagonistas. Se presenta a lo largo de las páginas sucesivas uno de los romances más difundidos en España. Se trata del romance-tipo "Virgen Pura", conocido tradicionalmente como "La Virgen y el Ciego" o "La fe del ciego".
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La Banda del Isi
Edición: 1ª ed., 1ª imp.
Fecha Impresión: 12/1999
Publicación: Isi Raider (Isidro Miñón García)
Ilustraciones: Javi Bustamante - David Miñon - Isi Raider
Imprime: M. Artes Gráficas
Descripción: 131 p. 21x15 cm
Encuadernación: rúst.
Durante la edad moderna y contemporánea en la villa de Reinosa, como en otras localidades, se crearon y desarrollaron diferentes fundaciones que dieron lugar a instituciones cuya labor se ha prolongado en ocasiones hasta la actualidad.
No es habitual en Reinosa, a finales del presente siglo, reparar en la actividad ganadera del municipio. De una parte, porque el número de propietarios de ganado es tan escaso, -seis en total- que representan un porcentaje mínimo, y desdeñable en cualquier estadística, en relación con los habitantes dedicados al resto de actividades productivas. Por eso, tanto el visitante como el residente sólo podrán observar algunas decenas de vacas y caballos en sus paseos por la ciudad y únicamente si se desplazan a ciertas zonas de las afueras.
La apicultura constituye una actividad agraria que ha gozado en Campoo (1) de una importante presencia histórica. Durante el siglo pasado los colmenares abundaban todavía en los pueblos, conservando en gran medida los métodos de explotación tradicionales. En la Aldea de Ebro en la primera mitad del siglo XX los vecinos tenían que proteger las colmenas del apetito de los osos, poniendo dispositivos de hojalata que hicieran ruido y los ahuyentaran. Al igual que en otras zonas altas de Cantabria la miel de esta comarca tiene un color oscuro característico proveniente de plantas como el roble o el brezo, uno de los tipos de miel más valorados (2).
De mansión señorial a casino y de este a centro cultural, pasando brevemente por discoteca. Así sería el resumen del uso primordial asignado a La Casona. Salvo en su primera época y en esta última, uno de los edificios más emblemáticos de Reinosa ha tenido una empleo parcial. El Casino ocupó el primer piso, dedicado a lo que en aquellos años eran los casinos, un lugar de encuentro, tertulia, juegos de mesa... para reconocimiento mutuo y encuentro de la burguesía local. Sin embargo, los momentos más relevantes, desde el punto de vista de su vida social, eran los bailes a los que acudían adultos y jóvenes para divertirse, naturalmente, pero también para consolidar o iniciar la red invisible de pertenencia a un determinado estatus que, con más o menos exactitud, el Casino representaba.
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