Principal Cuaderno Nº 28 Índices

La Identidad de los campurrianos

Eloy Gómez Pellón


INTRODUCCIÓN

   La identidad ha pasado a constituir un concepto nuclear de las ciencias sociales en los últimos años. Aunque como disquisición metafísica está unida a la filosofía clásica, la positivación del concepto se ha llevado a cabo en el siglo que acaba de terminar de la mano de la antropología y de la psicología social que han conferido al mismo una singular capacidad aprehensiva. Todos los seres humanos necesitamos construir las muchas identidades que proyectamos en nuestra vida social y que son parte indisoluble de nosotros mismos. Tenemos la sensación de estar integrados en numerosos grupos: la familia, el barrio, el pueblo, la ciudad, el municipio, la comarca, la región, el país, la iglesia, la institución educativa, la empresa, la asociación, el partido, el sindicato, etc. El sentimiento emocional que depara esta pertenencia, así como la significación valorativa que lleva aparejada la misma, provoca una identificación. En definitiva, nuestra vida es un juego de identidades, y cada una de estas identidades comporta un ropaje que nos permite vivir en sociedad, evitando así la desnudez social. Tal ropaje nos uniforma y nos personaliza dentro de un grupo, denotando nuestra socialización. El aprecio que sentimos por este vestido social proviene de que representa la protección más eficaz de todas las posibles en un ser humano que es, antes que nada, social. Curiosamente, el sentido de pertenencia subjetivo que nosotros poseemos no contradice la adscripción que nos otorgan los demás, lo cual amplía más aún ese juego de identidades que es nuestra vida.
   Cuando hablamos de unidades territoriales de carácter administrativo advertimos a menudo cómo las mismas responden muchas veces a identidades colectivas previas, aunque no faltan los casos en que las propias unidades administrativas se constituyen en auténticos manantiales de la identidad colectiva de los agregados sociales que viven en su seno. En la mayor parte de los casos entre estas identidades colectivas y las unidades territoriales existe una profunda conexión que actúa como canal que permite la alimentación mutua. En Cantabria resulta bien notorio cuanto se acaba de poner de relieve. Más todavía, por lo regular las unidades geográficas coinciden con las administrativas y unas y otras se convierten en auténticas fuentes de identidad colectiva.


LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO CAMPURRIANO

   La identidad campurriana, tal y como es entendida en el presente, posee unos antecedentes próximos que se remontan al año 1833, y no son sino el resultado de la evolución administrativa de la vieja Merindad de Campoo que se constituye en la tiempos bajomedievales, en los confines de lo que actualmente son las provincias de Palencia, Burgos y Cantabria. El vasto territorio que ocupa la jurisdicción quedará fragmentado radicalmente tras la conformación del mapa provincial español que se lleva a cabo en el citado año de 1833, cuando se aprueba el nuevo diseño territorial realizado por el administrativista granadino Javier de Burgos. Ese diseño supone una modificación del plan que se había trazado en las Cortes Extraordinarias de 1822, en las cuales se pergeña la actual provincia de Santander. La diferencia se halla en que los valles asturianos de Rivadedeva y Peñamellera, antes atribuidos a Santander, son en 1833 adscritos a la provincia de Oviedo, mientras que el Valle de Mena que inicialmente se incluía en la jurisdicción santanderina se desplaza hacia la de Burgos. La compensación para la nueva provincia de Santander vendría, precisamente, a través de Campoo que desde 1833 se integrará en esta última provincia.
   Sin embargo, la integración de la antigua Merindad de Campoo no se lleva a cabo en toda su integridad, sino de una manera fragmentaria. Mientras que Soncillo y sus anejos del valle de Valdebezana serán partes integrantes de la provincia de Burgos, Aguilar de Campoo, la que fuera cabecera de la Merindad en otro tiempo, y diversos pueblos de Cervera quedarán encerrados en la provincia de Palencia. La mayor parte de la Merindad se integrará en la provincia de Santander. Sin perder las viejas ataduras comarcales, estos territorios se verán inmersos en un proceso conducente a la creación de una identidad distinta, de suerte que el fragmento mayor heredará los atributos que configuraron en el pasado la personalidad campurriana, empezando por el nombre de la comarca y siguiendo por el gentilicio.
   La segregación de esta pretérita unidad administrativa en el siglo XIX ha de conjugarse con un hecho que resulta evidente, como es la variabilidad geográfica que se percibe en la misma, incluso considerando las fronteras del presente. Campoo constituye un territorio de transición entre la Meseta Castellana y la Cornisa Cantábrica, albergando en su seno grandes diferencias morfológicas y climáticas que tienen su reflejo en un paisaje heterogéneo. Trasunto de estas diferencias son los diversos modos de vida que se han ido dibujando a lo largo de la historia y la natural variedad cultural. Ha sido esta variedad la que se ha traducido en un enriquecimiento colectivo y una dialéctica cultural que explican la singular personalidad de la comarca campurriana. Los valles integrantes de la antigua Merindad, y que en algunos casos recibían el nombre de Hermandades, son en la actualidad los municipios que dan vida a la comarca.
Son los distintos modos de vida propiciados por la actividad económica de sus habitantes los que bascularon los valles campurrianos hacia Cantabria o hacia Castilla. Mientras que los más escarpados y accidentados del área septentrional de Campoo (Santiurde de Reinosa, Pesquera y San Miguel de Aguayo) y de la central (Campoo de Enmedio, Reinosa, Campoo de Yuso y Campoo de Suso) han estado vinculados con las tierras cantábricas, los meseteños del área meridional (Valderredible. Valdeolea, Valdeprado y Las Rozas) han mirado hacia las tierras castellanas. Así como los valles montañosos encontraron en la ganadería trashumante una forma de encuentro con las comarcas cantábricas, los valles meseteños hicieron de la agricultura y de la ganadería ovina una actividad permanentemente conectada con las comarcas castellanas. Mas el complemento de los primeros y de los segundos es lo que explica la comunidad cultural que han formado tradicionalmente los pueblos de la Merindad de Campoo. Unas ferias y unos mercados comunes en las villas cabeceras de Reinosa, de Cervera, de Aguilar y de Espinosa, junto con unas fiestas comarcales igualmente comunes han permitido el abrazo económico y social de todos los habitantes de la vieja Merindad, estableciendo una relación íntima que no era sino la consecuencia de ser miembros de una misma comunidad cultural.
   Ciertamente que la relación de Campoo y de Cantabria se ha agrandado con mayor intensidad desde mediados del siglo XVIII por razones que podemos llamar infraestructurales. La construcción del llamado Camino de Castilla uniendo el puerto de Santander con Castilla a través de la Cuenca del Besaya estrechó en extremo una relación que ya había sido grande con anterioridad. El flujo de mercancías y de personas a través del Camino Real convirtió al mismo en un canal de comunicación que intensificó su papel tras la construcción del ferrocarril, siguiendo el curso del río y de la carretera, a mediados del siglo XIX. Aun así, los valles meseteños de Campoo han continuado apegados a la contemplación de su horizonte castellano que, antes que nada, es su horizonte geográfico e histórico.
   La creación de infraestructuras que hicieran posible el tránsito hacia Castilla de los productos coloniales llegados al puerto de Santander y, al revés, de las harinas castellanas hacia aquél acabarán privilegiando la ubicación transitiva de este espacio geográfico y administrativo que es Campoo, y que ya a finales del siglo XIX vive un dinamismo nada común en las comarcas interiores de Cantabria. Un nuevo hecho ligado a las infraestructuras conferirá más interés económico a Campoo aún, y éste no es otro que el de la realización del ferrocarril, justamente a finales del siglo XIX, que une las tierras leonesas con unas provincias vascongadas que se hallan en plena ebullición industrializadora. El ferrocarril de La Robla, como así se llamará, atravesará los valles campurrianos, contribuyendo a fortalecer el desarrollo de la comarca. En pocos años, Campoo vive una rápida etapa de transición hacia una sorprendente industrialización que convertirá a la comarca en un emporio de prosperidad económica, aunque salpicado por los desajustes sociales. Los primeros años veinte contemplarán una expansión inimaginable años atrás, cuando se instalen en el corazón de Campoo grandes empresas como La Naval. a la que se añadirá Cementos Alfa en Mataporquera. Sólo una década después; a comienzos de los años treinta, se incrementará esta fortaleza fabril con la llegada de una nueva empresa que es CEXEMESA, antecedente de lo que corriendo el tiempo sería ABB.
   En suma, el cambio que se está operando en Campoo es subsidiario de la construcción de una intensa creación de infraestructuras en los siglos XVIII y XIX, a las que se añadirá la que supuso la realización del Pantano del Ebro entre 1928 y 1947. El cambio, con los precedentes señalados, se desarrollará fundamentalmente en los últimos lustros del siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX, asentándose sobre una poderosa industrialización que transformará con inusitada rapidez no sólo un paisaje geográfico que durante siglos había permanecido inalterable sino una sociedad típicamente campesina, para dejar paso a otra caracterizada por la contradicción entre lo urbano y lo rural, entre lo tradicional y lo moderno, entre la subsistencia y el mercantilismo. En la confluencia de todos estos cambios y contradicciones los campurrianos construirán una identidad que, en términos generales, es la que conocemos hoy.


LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD CAMPURRIANA

   La identidad campurriana es el resultado de una historia compartida durante siglos por una comunidad humana que, sin embargo, ha debido ser corregida y redefinida en los siglos XIX y XX. La alteración territorial que se produjo en 1833 no ha podido por menos que tener un reflejo en esta conciencia de la identidad campurriana. Si bien el sentido histórico de la misma pervive, el sentido concreto de lo campurriano ha debido ajustarse a las nuevas condiciones administrativas. Esto significa que los habitantes de la comarca campurriana inserta en lo que hoy es la Comunidad de Cantabria, y antes la provincia de Santander, reconociendo su pertenencia actual y concreta a un mismo territorio administrativo se sienten miembros de una colectividad mucho más amplia que incluye las tierras comprendidas en la vieja Merindad de Campoo, a quienes se sienten unidos por indudables lazos culturales.
   Por de pronto, después de 1833 Reinosa se fue afianzando progresivamente como exclusiva cabecera comarcal. Las ferias de ganado, las fiestas de San Mateo, el comercio estante y el fortalecimiento del sector terciario en general fueron haciendo de Reinosa una importante población, que finalmente, y sin perder las prerrogativas anteriores, agrandó inmensamente su liderazgo tras recaer sobre ella toda la fuerza de la industrialización. Aquel pequeño municipio de 4,1 kilómetros cuadrados, el menor de cuantos nacieron en Cantabria con el régimen municipal, que en 1860 tenía 2.781 habitantes, en 1920 contaba ya con 4.180 habitantes y sólo diez años después, en 1930, con 8.606. Y así hasta alcanzar su techo demográfico en 1981 cuando albergue 13.172 habitantes. Reinosa, cabecera de partido judicial, centro fabril, urbano y comercial, asumió desde el siglo XIX el papel de capital de una vasta comarca que englobaba once municipios.
   La pequeña y activa villa situada a la vera del Camino de Castilla, beneficiada con el estatuto de ciudad desde los años veinte del siglo que acaba de terminar, supo convertirse en un breve espacio de tiempo en el centro articulador de un complejo espacio que es el de la comarca de Campoo. Reinosa ha sido el epicentro de la vida social, el referente emotivo de una comunidad campurriana que se reconoce y que es reconocida como tal. No fue casualidad, por tanto, que Reinosa decidiera acoger al iniciarse el último lustro del siglo XIX la celebración de una fiesta, identitaria sobre manera, que era la del Día de Campoo y que ha llegado hasta el presente conteniendo el vigor y la significación que la caracterizaron en sus orígenes.
   Mas la existencia de ese centro amalgamador de la comunidad civil habría sido insuficiente para atar la vida de los campurrianos de no haber sido por la existencia de un referente simbólico de índole religioso, capaz de unir a la colectividad entera y de conferir sentido unitario a toda la comarca, que es el de la Virgen de Montesclaros, en el municipio de Valdeprado, en tierras meseteña,. Si sobre Reinosa recayó la institucionalización administrativa, sobre el Monasterio de Montesclaros lo había hecho la religiosa tiempo atrás, en 1721, cuando aún la comarca conservaba sus viejas fronteras. Ese patronazgo genérico, profundo y sentido, habría de concretarse en otro, como era el propio del territorio nacido en 1833. Y ese hecho tendría lugar formalmente en el año de 1964, cuando las autoridades locales, representando a los once municipios de la comarca, otorguen a Nuestra Señora de Montesclaros el bastón de mando de la comarca, de forma simbólica y representativa. Se enfatizaba así la existencia de un espacio, acorde con la realidad administrativa, sin menoscabo de otro de carácter histórico. La fiesta de la Virgen de Montesclaros quedaba, a partir de este momento, instituida como fiesta religiosa y como fiesta de una identidad colectiva, adoptando para ello un icono de potente sentido emocional.
   Sin embargo, el otorgamiento del bastón de mando a la Virgen de Montesclaros por parte de las autoridades legitimadas para ello no era sino el colofón de la fuerte institucionalización que había basculado sobre este patronazgo a lo largo del tiempo. Existen dos rituales cargados de fuerte significación al respecto, cuya tradición resulta sobradamente expresiva. El primero de ellos es el que tiene lugar cada día de la Inmaculada, el 8 de diciembre, y que recibe el nombre de sermón de la peseta. El superior de la orden preside la misa solemne y se dirige en afectivo sermón a los once alcaldes o procuradores, tal como se denominaban estos ediles en el pasado. Después de la misa tiene lugar una reunión en la Casa Consistorial de Reinosa donde el superior, en nombre de la comunidad, hace entrega de una peseta a la colectividad, representada por sus alcaldes, en concepto de contraprestación por el disfrute del Santuario de Montesclaros.
   El segundo de estos rituales es el que se desarrolla el segundo domingo del mes de septiembre, con el nombre de fiesta de los procuradores, cuando la comunidad de dominicos invita en el Santuario de Montesclaros a los once regidores municipales, como cabezas visibles de otros tantos municipios. Un ritual y otro adquieren su confirmación por parte de la colectividad con posterioridad, cuando el día señalado al efecto, peregrinen los naturales de cada municipio que así lo deseen al Santuario en prueba de acogimiento a una tradición y a una redefinición simbólica de fronteras comarcales. Al final del año, los once municipios, cada uno en la fecha otorgada al efecto, habrán tenido la oportunidad de mostrar su sentimiento identitario valiéndose para ello del extremado valor que conceden al icono mariano. Dicho icono encierra una significación religiosa, pero también otra civil, y aún otra administrativa.
   Pero de todo lo dicho no se desprende que en el seno de las fronteras campurrianas exista una uniformidad cultural, sino que por el contrario existen diversos estilos culturales, dados por los diferentes modos de vida y por los condicionamientos geográficos. En la comarca de Campoo es posible distinguir, al menos, tres subidentidades: la de los valles septentrionales, la de los valles centrales y la de los valles meridionales. Incluso, dentro de cada una de ellas se aprecian peculiaridades significativas. Es evidente que los valles septentrionales (Santiurde de Reinosa, Pesquera y San Miguel de Aguayo) presentan una relación cultural muy marcada con los valles de Pas-Iguña. Por otro lado, en algunos de los valles centrales (Campoo de Enmedio, Reinosa, Campoo de Yuso y Campoo de Suso) también se aprecia una vinculación con las comarcas cantábricas vecinas, lo cual es más notorio tratándose de Campoo de Suso y los valles del Saja-Nansa, debido sobre todo a la existencia de una mancomunidad histórica de pastos que ha unido a ambos espacios. Un estilo cultural más es el de los valles meridionales de Campoo (Valderredible, Valdeolea, Valdeprado y Las Rozas), que como ya se dijo se han sentido tradicionalmente más ligados a Castilla, tanto por su modo de vida como por la pura vecindad geográfica.
   De estas tres subidentidades, una de ellas terminó por constituirse en modelo frente a las otras dos, y ésta fue la del área central, la de Campoo propiamente dicha. Es ésta la que privilegiada por su situación en torno a Reinosa,la capital comarcal, y por el desarrollo económico de la misma, así como por su ubicación equidistante dentro de 1ª comarca, fue distinguida con esta cualidad modélica. Los escritores costumbristas campurrianos elaboraron diacríticos exitosos acerca de los valles de Campoo, tanto de Suso como de Yuso, así como de Enmedio y de Reinosa, que sirvieron como base para la creación del imaginario colectivo. El gran artífice de esta construcción literaria fue, sin duda, Demetrio Duque y Merino que, mediante una prosa sensible y nostálgica, compuso algunas de las imágenes más expresivas y duraderas del costumbrismo campurriano.
   El paisaje y la palabra de los personajes pintados por Demetrio Duque y Merino (1844-1903) son propios de una parte cíe Campoo, de esa que hemos denominado central o nuclear, y que era la que conocía bien el autor, pero susceptibles de ser extrapolados, gracias a una portentosa habilidad del autor, al resto de la comarca. Demetrio Duque, al igual que otros muchos escritores europeos del siglo XIX, quizá un poco retrasado, observa cómo el mundo tradicional se está desmoronando, y cómo sobre sus ruinas se está levantando otro nuevo y distinto. Por eso, mediante metáforas muy simples, decide recrear aquel tiempo que comienza a ser recuerdo, y a poner en él personajes de verbo arquetípico encerrados en la rutina cotidiana: el frío del invierno, las tareas agrarias, el viaje a la villa para participar en la feria o en el mercado, el encuentro con los demás, la celebración dominical y las idas y venidas de los carreteros.
   Precisamente, El último carretero es el título de una de las creaciones más expresivas de Demetrio Duque y Merino. Expresiva tanto por la fuerza de sus personajes como por el mensaje que transmite. Un carro y un carretero, como los de toda la vida, parsimoniosos y humildes, que representan la vida tradicional de los campurrianos, han de entrar en lucha cruenta con un tren raudo y agresivo que conlleva la modernidad más aplastante. El escritor campurriano, debido a su cronología vital, pudo ver cómo el carro exhalaba los últimos suspiros antes de abandonar su chirriante movimiento para dejar paso a un humeante tren que cargado de forasteros llegaba a la estación de Reinosa. Éstos eran gentes que hablaban de manera distinta y tenían costumbres diferentes de las que eran propias de los campurrianos, de modo que son ellos los que representa la contradicción que motiva la imagen de la identidad campurriana creada por Demetrio Duque. En efecto, se trata de una identidad surgida como respuesta al envolvente mundo de la modernidad que amenazaba con devorar los sueños del escritor.
   Creada esta imagen de una vida campurriana, aldeana y arcádica, en el culmen creador del escritor y cuando Reinosa está empezando a ver las primeras páginas de su modernidad industrializadora, es cuando tiene lugar un hecho que resulta definitorio de la identidad campurriana. Es la institucionalización del Día de Campoo (que tiene su origen en el certamen de pandereteras de 1895) y que ha llegado hasta nuestro días como la manifestación más nítida cíe los elementos definitorios del ser campurriano. Esta manifestación, que se recrea coincidiendo con las fiestas de San Mateo. las que dieron fama a la capital comarcal asociadas a la gran feria de ganado, consiste en una serie de actos que tienen por núcleo el desfile de carros y gentes vestidas con el traje del país. \o en vano, el Día de Campoo opera como la gran fiesta de la identidad campurriana, y es una suerte de sueño que permite a las gentes de la comarca sentir una vez al año el mundo vivido por sus antepasados e idealizado por ellos mismos, que es campesino y apacible por excelencia, susceptible de inundarse una vez a la semana con la bocanada de aire de la villa.
   Después de Demetrio Duque y Merino otros escritores han coadyuvado en la creación de la imagen idealizada de Campoo y de un modo especial José Calderón Escalada (1899-1972), clérigo natural de Campoo de Suso que, siguiendo los pasos de Duque y Merino. continúa con el proceso elaborador del arquetipo campurriano. La técnica literaria consiste siempre en trasladar al lector a un tiempo pretérito y a un espacio tradicional, poniendo en boca de los personajes que intervienen una lengua que es igualmente pasada y que representa la síntesis de un tiempo y de un espacio que no representan sino una ilusión. La modernidad representa para estos literatos la avasalladora uniformidad y el fin de unos modos de vida entrañables y originales. Mas la pregunta que subyace es por qué se toman como modelos los diacríticos de los valles centrales de la comarca de Campoo en sentido estricto, y no otros. Hay muchas razones para explicarlo, entre las cuales se halla la de que se elige la zona inmediata a la capital, el entorno rural del epicentro comarcal, allí donde se halla el contrapunto al ámbito urbano que permite jugar mejor con la dialéctica entre el campo y la urbe. Pero la razón fundamental, acaso venga dada por el hecho de que estos valles centrales representan para estos literatos la originalidad. Si los valles septentrionales se confunden con el estilo cultural de las comarcas cántabras fronterizas, y los valles meridionales lo hacen con el estilo meseteño, el centro comporta el paradigma de la autenticidad.


LA PERCEPCIÓN DE LA IDENTIDAD CAMPURRIANA

   Los grupos humanos no se perciben a sí mismos como homogéneos, a pesar de que hacen grandes esfuerzos para que el sentimiento unitario sea el mayor de los posibles, y por más que los individuos que integran los grupos minimicen las diferencias internas y agranden las que los separan de otros grupos. Internamente se perciben diferencias porque existe el sentimiento de que unos individuos están más cercanos al centro del estilo cultural tomado como modelo, mientras que otros se hallan más alejados. Cuando se mira el grupo desde fuera tampoco es percibido uniformemente, sino que se aprecian distintos grados en los estilos culturales existentes.
   ¿Qué sucede en Campoo genéricamente entendida como comarca? Es habitual oír a algunos informantes de Campoo de Suso y de Campo de Yuso decir que las gentes de Valderredible "no son tan cántabros como nosotros", y que "ésos son más castellanos", que "tienen otro carácter", "son distintos", etc. También es frecuente oír en Campoo que los de Valderredible "son más bien agricultores, a pesar de que también hay algunos ganaderos", mientras que "ganaderos somos nosotros, los de Campoo". En realidad, todas estas expresiones forman parte de ese juego dialéctico que venimos señalando hasta aquí, y aunque en ocasiones se exageran las percepciones, sustancialmente se quiere poner de relieve algo que ellos consideran como evidente. "Nosotros los cántabros" y "ellos los castellanos" constituyen los dos polos de una situación en la que hay muchos grados intermedios, como es natural. Enseguida los informantes de Campoo añaden, "pero somos todos iguales, y nos llevamos bien". Los habitantes de Valderredible no coinciden en algunas de las diferencias trazadas por los de Campoo, pero admiten que "en algunas cosas los de Campoo no son como nosotros" y añaden los de Valderredible que "nosotros decimos las cosas como las sentimos", creando por esta vía una clara distinción.
   Hay otro juego identitario de los habitantes de Campoo y de los habitantes de Valderredible creado a partir de las imágenes de devoción. Tanto en Campoo como en Valderredible se insiste en que la comarca de Campoo, incluyendo en ésta también a Valderredible, sólo tiene una patrona, que es la de Nuestra Señora de Montesclaros. Y los de Campoo de Suso y Campoo de Yuso, como los de Enmedio y Reinosa, y aun los de Aguayo, Pesquera y Santiurde insisten en que "Campoo llega hasta donde se cree en la Virgen de Montesclaros", que "es la patrona de todos" y "el que no crea en ella es porque no es campurriano". Eso, a pesar de que el informante confiese descreimiento. Ahora bien, los de Valderredible hacen notar que aunque todos tienen a la misma patrona, "Nuestra Señora de Montesclaros es más bien de los de Valderredible", porque al fin y al cabo "los de Campoo también tienen su patrona".
   No obstante siempre se deja claro que la síntesis del ethos grupal le corresponde a un icono y sólo a uno, que es el representado por la imagen de Nuestra Señora de Montesclaros. Ello es debido a que su devoción remite a unas fronteras que realmente coinciden con las de la comunidad sentida y vivida.
   Y es cierto que los de Campoo también tienen la patrona que señalan los de Valderredible, o mejor dicho sus patronas. Campoo de Suso cuenta con una patrona que es la Virgen de Labra, celebrada el día 5 de agosto. En el siglo XIX, cuando se está creando la identidad campurriana a partir de un modelo concreto, es cuando surge el patronazgo de la Virgen de Labra, fruto del acuerdo de los concejales de la Hermandad. Además de unir a los habitantes de la Hermandad y, por extensión, a los de los municipios vecinos, en torno a un icono que reproduce a escala más reducida la significación del de Montesclaros, ata a esta parte de Campoo con los habitantes de los valles del Saja-Nansa, con los que asimismo están unidos en la secular Mancomunidad de Pastos Campoo-Cabuérniga, institución extraordinariamente arraigada en estas comarcas caracterizadas en el pasado por la importancia de la actividad pastoril.
   Por otra parte, también Campoo de Yuso cuenta con su patronazgo, representado en la imagen de la Virgen de las Nieves que se venera en una ermita local. Nótese, empero, que la patrona de Campoo de Suso y la de Campoo de Yuso reciben veneración el mismo día, el 5 de agosto, de lo que se deduce que son devociones excluyentes. Quien asiste a una, no asiste a la otra, de modo que funcionan como auténticos símbolos identitarios. Pero sin sobreponerse nunca a la patrona mayor, a la Virgen de Montesclaros. Ciertamente, que en el caso de la de las Nieves, su patronazgo ha decaido progresivamente, especialmente coincidiendo con la inundación de una parte del municipio tras la construcción del Pantano del Ebro, lo cual devino en ruina económica para muchos de sus habitantes que no tuvieron otra alternativa que elegir el camino del éxodo.
   En todas estas observaciones late con fuerza una idea, cual es que la identidad campurriana fluye con fuerza desde las subidentidades comarcales. Estas pequeñas subidentidades, susceptibles de reducirse a tres, como queda dicho, resultan determinantes en la construcción identitaria. De hecho, y a pesar de que todos son en alguna medida campurrianos, es decir, habitantes de la vieja Merindad de Campoo, los habitantes de Valderredible reservan el gentilicio de "campurrianos" para referirse a los habitantes de los valles centrales: Campoo de Suso. Campoo de Yuso, Enmedio y Reinosa. Y éstos cuando señalan a los habitantes de los valles meridionales los denominan "vallucos". Claro que por debajo de estas subidentidades hay otras igualmente poderosas, aunque tal vez no tan descriptivas, como son las identidades municipales, las identidades de los pueblos, etc. Pero dibujar estas identidades me llevaría más espacio del que dispongo.
   ¿Qué ven los campurrianos de estos valles centrales en ellos mismos para sentirse diferentes de los del resto de la comarca? Ven que han nacido en una parte de la comarca bien definida, fortalecida con el beneficio de la construcción identitaria que está presente en la literatura o en la celebración del Día de Campoo. Pero ven también que su ocupación tradicionalmente no ha sido muy diferente de la de los valles septentrionales, pero sí de la de los valles meridionales. La distancia que hay de la agricultura a la ganadería resulta abismal en lo que se refiere a modos de vida. Y sienten también que la cultura campurriana, bien sea en el orden material, bien lo sea en el simbólico, presenta signos de peculiaridad con respectos a los demás estilos culturales de Campoo.
   ¿Y cómo ven los demás cántabros a las gentes de la comarca campurriana? Por de pronto, cuando se habla con algún cántabro de fuera de la comarca es habitual que defina al campurriano como alguien nacido en la comarca, sin entrar en distinciones entre Campoo y Valderredible: "todos son campurrianos". Y también a menudo añade que los campurrianos "son castellanos", precisando que "son distintos de nosotros" o "tienen otro carácter". Más aún, cuando se les pregunta por qué son castellanos, a menudo señalan que por el paisaje o por el clima: "cuando usted va allí, se da cuenta de que aquello no es como esto, aquello es ya Castilla". La afirmación, que en principio es de índole geográfica o paisajística, adquiere tintes de sorpresa cuando el informante la une al carácter de los campurrianos, y explica éste por aquél. Es como si el paisaje resultara determinante en relación con el carácter. por más que sea un paisaje transitivo.
   ¿Por qué, entonces, los habitantes de la comarca no tienen igual idea del ser campurriano que los de fuera de la comarca? Sencillamente, porque toman referentes distintos. enlazando con lo que se decía al principio de este trabajo. Los habitantes de la comarca se sienten comarcanos o campurrianos en sentido amplio, sin ningún género de duda. y corno tal se muestran al exterior. Pero notan distancias de proximidad y de lejanía al centro y a la periferia del estilo cultural prestigiado, lo cual les permite trazar diferencias que denotan sólo cara al interior. Por último, desde fuera estas apreciaciones internas no son sentidas sino que. por el contrario, se ve a los habitantes de Campoo como integrantes de un mismo estilo cultural, que es sensiblemente distinto del que poseen los habitantes de la comarca Pas-Iguña o Saja-Nansa por poner dos ejemplos significativos.




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2003, Jose L Lopez