Principal Cuaderno Nº 24 Índices

La arquitectura popular.
Reflexiones acerca de la identidad campurriana


Manuel García Alonso


"Quizá el afán histérico de hacerse inconfundible e impenetrable para los otros no sea más que una reacción ante la cada vez más obvia evidencia de que los humanos nos parecemos demasiado ".
Fernando Savater

   Nos encontramos inmersos en una sociedad instalada en el caos y la confusión de identidades y culturas, de posibilidades. La multivariedad cultural convierte hoy la necesidad de una identidad societaria determinada en otro artículo más de consumo en el mercado. En el pasado nadie sentía perentoriamente esa necesidad, la personalidad estaba desde el inicio asentada en una identidad grupal. Casi nadie buscaba desesperadamente sentirse de algún sitio o pertenecer a algún grupo, porque casi todo el mundo lo era de facto. No se quería ser, se era sin más. La reflexión sobre lo que esto significaba apenas se daba, ni se precisaba.
   La arquitectura popular, junto con la lengua o el habla locales, la bandera, ciertas costumbres y tradiciones, incluso los trajes y aperos musealizados, forma parte de las bases en que se sustentan la posibles identidades nacionales, regionales, comarcales o locales que se pretenden construir en nuestros complicados días. Viejos y empolvados asideros para identidades reinventadas.
   Pero... ¿Qué se entiende por arquitectura popular?
Comencemos por lo que no es, que resultará más sencillo. Arquitectura popular no es sinónimo de arquitectura típica, porque ésta no es uniforme en el devenir del tiempo, ni tampoco está constituida por un solo tipo constructivo. Tampoco equivale a arquitectura tradicional, porque igual de tradicional es la arquitectura noble de los palacios, o la religiosa de los templos, que nadie catalogará como populares.
La piedra y la madera. Imprentones en Reocín de los Molinos   En un sentido general nos mostramos de acuerdo con los profesores García Codrón y Requés Velasco cuando definen la arquitectura popular por ciertos rasgos de carácter. A saber: adaptación al medio y a los modos de vida del pueblo llano, cierto sentido de la economía, funcionalismo que conlleva la práctica total ausencia de elementos de ostentación, materiales autóctonos, técnicas artesanales y tendencias muy marcadas a la repetición de modelos. Aunque algunas veces se ha negado la existencia de una arquitectura popular desde la Historia del Arte, haciendo depender la arquitectura rural de todos los tiempos de las corrientes artísticas del momento. No estamos de acuerdo.
    Consideremos previamente las relaciones entre la casa y el hombre, entre las formas de vida y las edificaciones. Los condicionamientos que impone el medio natural son importantes, especialmente en esta comarca. La orografía de la misma, entre la Cordillera Cantábrica y la Meseta, con aguas vertientes al Cantábrico, al Ebro y al Duero, es menos agreste, y sus espacios menos compartimentados, que los del resto de la región cántabra. Sin embargo, su considerable altitud media hace que las variables climáticas, más frías y extremas aquí, tengan una incidencia destacada. El cauce del Ebro, por otra parte su rasgo más notable, labra unas tierras bajas, hacia Valderredible, en un entorno dominado por las montañas de largos piedemontes y las amplias parameras, especialmente frías. Las cabeceras del río Besaya y del río Saja, por lo demás, se precipitan rápidamente hacia los valles bajos, hacia un clima menos extremo y más húmedo. El límite con La Montaña lo marcan las conocidas Hoces de Bárcena.
   En la arquitectura popular de esta zona, como por otra parte es general, los materiales de construcción son los locales, los que ofrece el terreno inmediato, por su accesibilidad y por haber sido economías básicamente de autoabastecimiento. Fundamentalmente piedra, madera, barro y cal. Piedra extraída de canteras locales para los muros y ensolados; madera de los bosques y dehesas cercanos para postes, viguería, suelos, tabiques y techumbre; barro cocido en tejeras locales para el tejado y cal de los caleros más próximos para la argamasa y los enlucidos. La cal se cita ya en la documentación local a partir del siglo XVII. Para los postes y las vigas se prefería la madera de roble que se cortaba en los montes acotados al efecto; y para ciertos tabiques se usaba el vergamazo sobre seto de avellano trenzado. En todo caso estos materiales se consiguen a no más allá de dos kilómetros de los núcleos.
   En los materiales la transformación mayor se produce en la segunda mitad del siglo anterior con el uso de cemento, ladrillo y teja industriales, uralita, bloques de hormigón... Su desafortunada utilización las más de las veces en nuevos edificios, o en las múltiples reformas sobre todo sustitución de balcones y miradores ha traído como consecuencia una depauperización de la arquitectura popular. La tradicional adecuación entre edificio y entorno se ha roto, aunque la situación aún es reversible.
   Pero más importantes son los condicionamientos sociales e históricos. Están, primeramente, los avatares históricos de estas tierras de Campoo. En tiempos antiguos pertenecieron a la Cantabria protohistórica, a su zona más nuclear. Tras el fin del dominio romano este territorio pierde su recobrada independencia a manos del rey godo Leovigildo, incluyéndose en el entonces Ducado de Cantabria, con capitalidad en Amaya. Con la conquista islámica estas tierras se consolidan como parte integrante del primitivo núcleo de resistencia articulado por la monarquía astur. Más tarde, en la zona oriental del reino se conforma el Condado de Castilla al que pertenecerá como " territorio de Campo", junto con las demás tierras entre el Cantábrico y el Alto Duero. La consolidación y expansión, en la plena Edad Media, del Reino de Castilla marca definitivamente el anclaje de las tierras campurrianas. En el siglo XIV es cuando hallamos conformada la Merindad de Campoo, con la sede del merino en Aguilar de Campoo, de tanta importancia para la formación de la identidad comarcal. No olvidemos para ello que dicha merindad, entidad administrativa que alcanza el Antiguo Régimen, abarcaba también el alfoz de Santa Gadea, Valdebezana y Bricia en la actual provincia de Burgos, y la tierra de Aguilar. A dicha identidad contribuirá, sin duda, la pertenencia a la Provincia de Toro, en su Partido de Reinosa, allá por el siglo XVIII cuando la reforma administrativa de la nueva dinastía borbónica. Lo mismo que el hecho de que la mayor parte de la comarca siguió perteneciendo, tras la conformación de la Diócesis de Santander, al Obispado de Burgos. Ya en el siglo XIX pasó a formar parte de la Provincia de Santander, como su comarca más meridional, salvo algunas jurisdicciones locales que pasarán respectivamente a las de Palencia y Burgos. Así será hasta el momento actual en que la comunidad autónoma de Cantabria incluye exactamente los territorios de la anterior provincia santanderina. Igualmente, en esa segunda mitad del siglo XX, las parroquias de Campoo pasarán al Obispado de Santander.
Las estructuras de madera. Portalón en Corconte   Pero, para los aspectos edificatorios estrictamente, son más significativas las aportaciones de la etnohistoria, entendida como la evolución cultural de los modos de vida desde la Prehistoria. Las excavaciones, pocas, realizadas en castros de la Edad del Hierro de la zona muestran una tradición constructiva de cabañas circulares con suelos de tierra o de cantos, cimientos de piedra irregular y paredes, más bien tabiques, de seto de avellano y manteados de barro, soportes de poste y varales de madera. Así se pueden apreciar en las excavaciones recientes de los castros de Los Baraones (Valdegama) y de Argüeso-Fontibre. Ello nos prueba los antiguos orígenes de estos elementos y técnicas constructivas: el seto y el vergamazo, así como la mampostería a canto seco y con argamasa de simple barro. En las excavaciones de la ciudad romana de Iuliobriga aparecieron, en el sector sur de la carretera, una serie de casas-bloque de planta rectangular con probables "stabulum" y "horreum", cuadra y cobertizo. En época romana, por tanto, se inicia en Campoo una técnica constructiva y edificatoria más desarrollada de procedencia mediterránea que conduce a la cantería y a la albañilería, así como a la fabricación de teja de cubierta y ladrillo. Es de lamentar, por último, la falta de excavaciones arqueológicas en despoblados medievales, pues necesariamente será en ellos donde se documenten las tradiciones más cercanas a la arquitectura popular que conservamos y a la que aquí nos referimos.
   En principio es necesario familiarizarnos con la técnica más generalizada en la construcción tradicional de la zona. La elevación de una casa comienza con el zanjeo para la cimentación y la búsqueda y allanamiento del firme. A veces, cuando el suelo "se mana" por la escorrentía invernal, se sanea también con zanjas y alcantarillas. Se inicia el levantamiento con los cimientos, en cuadro, y el muro medianero que separa vivienda y cuadra. Si la casa es en hilera el levantamiento del muro de unión -medianil- corresponde por igual a los dos vecinos, así como la propiedad resulta mitad por mitad. Si la casa se adosa en hilera puede ocurrir que el constructor se vea obligado a duplicar el muro si no llega a un acuerdo con su convecino. Sobre los cimientos se levantan los muros, a la par, con las soleras y las jambas de las puertas de acceso a portal y cuadra. Los muros son de alguna menor anchura que sus cimientos -0,60 m. aprox.- en mampuesto a soga con doble hilada, calzando y cerrando convenientemente las juntas. Cada cierto tramo, que depende del grosor del muro y de la calidad de la cantería, se pone a tizón una traba que muchas veces se deja sobresalir al exterior. La forma de ir colocando la hilera del paramento es cubriendo siempre las juntas de la hilada inferior ("una sobre dos y dos sobre una"). El mortero, a base de arena o barro, cal y agua, da cohesión al muro. Cuando se alcanza la altura de los vanos se colocan soleras horizontales y, sobre ellas, las agujas y tranqueros de las jambas, para finalmente colocar el dintel de piedra o madera (cargadero).
   Al alcanzar la cantería la altura base del piso alto se levantan las peanas de piedra y los postes y zapatas para sostener un gran petral, o viga maestra, que se imbrica en los muros de los hastiales; porque suele colocarse este petral paralelo al caballete del tejado. A partir de este momento se continúa el cierre perimetral de la cantería, aunque suele aligerarse el muro algunos centímetros, hasta el cumbre y haciendo los vanos precisos. Entonces se colocan los postes y vigas del pajar, piso alto y desván, sobre los que se dispone la viga del caballete o cumbrera. Sobre ésta y la parte superior de las fachadas descansa la techumbre.
   En los tejados más comunes, de dos vertientes que caen sobre delantera y trasera de las casa, se disponen los cabrios o pares que sobresalen en las fachadas conformando el alero. Sobre ellos se coloca la ripia o chilla y encima la teja curva, de tipo árabe, que en hileras de canales, tendidas desde el cumbre, luego se cubren con las tapas. Sólo en contadas ocasiones se ponen piedras por los bordes y faldones para evitar corrimientos, ya que los vientos del sur no son aquí tan fuertes como en los valles bajos. Sin embargo, siempre el cumbre, y cualquier otro rompimiento de vertiente o lima, se cubre con una hilera de tapas de teja. En algunos tejados se hacen aleros sobre cabezuelas, más grandes y airosos, principalmente en la fachada de la vivienda. De todas formas en ningún caso estos aleros sobre cabezuelas tienen el desarrollo y la decoración de las casas montañesas de la zona centrooccidental de Cantabria.
La repetición de modelos. Casa con corral en San Vitores   Cuando la techumbre es más compleja, con más vertientes, se procede a fijar, entre los paramentos internos de las esquinas de los muros, los caballos -tirantes que están curvados hacia arriba- y sobre ellos y la esquina se hace descansar la viga que conforma la lima. Los tejados a tres aguas resultan una solución para las casas de los extremos de las barriadas en hilera. Los de cuatro aguas se emplean en edificios aislados. En todo caso son soluciones que tienen su origen no más allá del siglo precedente.
   Los suelos de madera son de tablazón de roble o tallado sobre la viguería y el petral. En los suelos de la vivienda el remate en las juntas resulta habitualmente sumamente cuidado, con listones actuando por debajo como tapajuntas.
   Los tabiques de algunas alcobas, de los repartimientos de cuadra, pajar y colgadizo solían resolverse con un seto de madera que se realiza con un entretejido de varas de avellano. En la Hermandad de Cinco Villas se procede colocando previamente unos palos cada 35 cm., luego se tejen las pértigas de avellano, una sobre otra e inclinadas con la parte gruesa a lo alto hasta igualar, y por último se clava el tejido a las viguetas del techo, evitando así que se salgan las varas. Luego se enlucen e igualan con barro enfoscado, no siempre, con cal.
   Entremos ahora en los aspectos funcionales, sociales y rituales de la casa campesina tradicional. Ésta representa la unidad socioespacial aldeana y es también el núcleo de la explotación agropecuaria. Pero la casa, en su sentido más propio, no es sólo el edificio, sino que incluye los anejos necesarios, el terrazgo y los ganados "de la casa". Los primeros conforman una unidad física central con el edificio, y en los documentos se conocen como "accesorios" de la casa.
   La casa es una casa-bloque, pero con marcada tendencia a la disociación de elementos en torno a un corral. Se adaptan bien al medio por la orientación del edificio y la disposición en él de los repartimientos y vanos. Las fachadas, balconadas, miradores y vanos más amplios se sitúan en una orientación preferente entre este y sur, a los vientos solano y ábrego, más secos y cálidos. Al norte y oeste suelen dar las traseras de las casas, en donde se encuentran generalmente la cuadra y el pajar, de manera que el calor generado por los animales estabulados y por la fermentación del heno proteja la vivienda. A estos vientos fríos y húmedos cierzo y regañón se abren los menos, y más reducidos, vanos de acceso y aireación (bocarón y ventanos).
   Las cocinas suelen estar en el piso bajo, lo que facilita el caldeamiento de las habitaciones del piso alto. Todo ello da a la vivienda la necesaria defensa contra el frío en un medio poco propicio. En la planta baja, junto a la cocina, se halla el soportal abierto, o el portal cerrado, que centraliza los accesos, y también la bodega. En la segunda planta las habitaciones, o las alcobas. y ocasionalmente una pequeña sala. En ésta se hallan una escaleras que suelen acabar por dar acceso a un pequeño desván bajo la techumbre.
   La funcionalidad reside en el carácter de casa-bloque rectangular en donde se recogen personas, animales, cosechas, aperos y todos los elementos que centralizan las decisiones y actividades de producción y sociabilidad. En la cuadra se estabulan los diversos tipos de animales, en el pajar se recoge la hierba seca, en bodegas, balcones y desvanes la cosecha, y en la vivienda la familia que encuentra en la cocina el espacio social central, de reunión. Tenemos la presencia dominante en muchas ocasiones de muros de cierre, sobre este corral, que engloban un espacio privativo con cobertizos y anejos diversos (hornera, leñero, gallinero, colgadizos..) frente a la casa-establo y su portalón.
La sobriedad y el clasicismo. Casa en Soto   La vivienda está siempre situada en la delantera de la casa. Empezando por la planta baja, en las cocinas que aún hoy conservan el mobiliario más tradicional destacan siempre los escaños contra la pared, una mesa, quizá algún taburete o banqueta, la alacena, el vasar o el aparador con platero y la espetera de donde cuelgan sartenes y cazos. En una de las paredes está, sobre un lar o fogón algo elevado y aislado del suelo, el fuego del hogar con sus trébedes y pucheros, que evacua los humos por el chupón o campana. Y en las bodegas próximas destacan las grandes arcas de roble para guardar el grano.
   Siguiendo por el piso primero o principal, en la sala, que no siempre existe, está una mesa, sillas y armarios o aparadores. Las habitaciones y alcobas son reducidas, con cama, armario, alguna silla, quizá un lavabo de jofaina, y una arquilla de ropa. Y, para finalizar por el desván o tercero, decir que allí se guardan arcas roperas, baúles y toda clase de muebles y objetos retirados de la circulación. En ocasiones en esta tercera planta se encuentra alguna cocina para curar la matanza o el horno de pan.
   La vivienda es el espacio más privado de la casa. Pero no todos sus repartimientos lo son en igual manera. La cocina, lugar de reunión familiar por excelencia, es también un espacio en el que se facilita la entrada y se recibe a las familias, un espacio más de sociabilidad. Por contra, los cuartos y alcobas son totalmente cerrados salvo para la familia y amigos más íntimos. La puerta de entrada a la vivienda es un umbral a no rebasar sin el permiso de la familia. Se trata, junto con el balcón, el mirador o las ventanas, de un espacio límite, señalado antiguamente por las enramadas de San Juan, que no pueden rebasar los extraños.
   La cuadra y el pajar en la trasera actúan como aislamiento calefactor para la vivienda. Cuadra abajo, a la que se accede por el portal delantero de la casa o independientemente, y pajar corrido arriba, con bocarón de servicio, y una comunicación con la cuadra a través de escalera y boqueras. Se trata de espacios más abiertos a los vecinos y conocidos, así como a los tratantes y veterinarios.
   En la trasera son espectaculares algunos voladizos que resguardan los bocarones, a veces sustituidos por colgadizos o portalones sobre gruesos caballos con sopanda. Estos portalones, que suelen suplir a partir del siglo XIX a los soportales que entonces se van cerrando, sirven también como lugar de trabajo de los hombres y resguardo del carro y los aperos. En alguna ocasión el portalón se hace independiente, pero siempre próximo. Resulta de interés que algunos colgadizos y portalones tienen muros redondeados quizá en la vieja tradición de las plantas subcirculares de la Edad del Hierro en Cantabria. La hornera aparece, a veces separada y con forma de caseta rectangular techada a dos aguas, para guardar aperos de labor. Cuando se adosa a la casa suele cubrir el horno de pan, de ahí su nombre. El portalón, como la cuadra, es un espacio más permitido a los vecinos, aunque se trata propiamente de un anejo suele estar en relación con el pajar a través del bocarón para la descarga de los carros de hierba. El corral y otros anejos se comportan igualmente.
   Por último indicar que la portalada no suele tener, las más de las veces, el carácter monumental de La Montaña, aunque sí idéntica función de cerrar y permitir el acceso a los espacios privativos familiares. Es un umbral sancionado socialmente, pues separa radicalmente los espacios públicos y los privados de la familia.
   De nuestras observaciones y particular estudio creemos posible establecer una clara diferencia entre unas y otras zonas de este amplio territorio. Básicamente diferenciamos, al tratar acerca de la casa en las tierras de Campoo, las construcciones de tres ámbitos geográficos: las Tierras Altas, las Tierras Bajas y Cinco Villas.
La fachada entre mensulones. Casa en Arroyal   Llamamos Tierras Altas a una amplia zona de los valles, montañas y parameras campurrianas que abarcaría principalmente los términos municipales de Campoo de Suso, Campoo de Enmedio y Valdeolea, aunque también las zonas altas y cabeceras de Las Rozas, Valdeprado del Río y Valderredible, en contigüidad y en continuidad con la tierra de Aguilar, en el norte palentino.
   Las casas más antiguas que vemos aquí son casas adustas, de dos plantas, con grandes arcos centrales y escasos y breves ventanos, con una distribución simétrica de elementos. Ya son casas con la distribución interior que hemos descrito. Quizá señalar la situación y desarrollo de grandes cocinas como salones principales, mientras que son reducidos los cuartos y alcobas. En los siglos XVIII y XIX las casas se desarrollan en tamaño y aparecen las tres plantas. El clasicismo en la disposición y distribución de los elementos de las fachadas es también muy evidente, con aspectos sobrios y serios.
   Un tipo de edificio decimonónico consiste en una casa con fachada que se puede considerar neoclasicista, muy racionalizada y simétrica, sin balcones. En la planta baja puerta central y sendas ventanas a los lados, en la planta alta puerta con antepecho en el centro y también ventanas a los lados, o sólo ventanas, y en el desván ventanos más pequeños. Una imposta de banda o faja suele separar el primer piso de los demás. Es un tipo que suele estar presente en toda la comarca campurriana y en otras partes, poco específico. En ciertos casos encontramos ya tabiques entre muros cortavientos, siempre cerrados. Se desarrollan los anejos en torno a los corrales. En muchas casas se evitan los aleros desarrollados, son breves y de piedra, para impedir la acumulación y el sobrepeso de la nieve en los mismos.
   En la segunda mitad del siglo XIX comienza a extenderse el uso del cristal para las ventanas, con lo cual se amplían los vanos y se añaden o colocan miradores y algunas, pocas, galerías acristaladas. Las solanas y balcones son absolutamente excepcionales en la zona que consideramos, aunque no son desconocidos.
   Debemos destacar la presencia de corrales cercados de altas tapias con portaladas, a veces de aspecto monumental. Aunque, en ocasiones las tapias y los corrales sean algo más bajas, principalmente cuando forman corraliegas con servidumbre de acceso a las casas de una barriada.
   En las Tierras Bajas campurrianas, en las aldeas y barrios de Campoo de Yuso, en los pueblos de la cañada de Las Rozas y Valdeprado del Río, así como en toda la vega del Ebro a su paso por Valderredible, los tipos arquitectónicos muestran una variedad y variabilidad a destacar. Ciertamente se ven tipos asimilables a los señalados en las tierras altas, pero con ellos coexisten otros especialmente significados.
   Empezaremos por la casa entre muros cortavientos de sillares y sin solana. La mayoría ofrecen fachadas con tabiques de imprentones y ventanas de madera en el piso superior. La planta baja era habitualmente un soportal abierto; menos a menudo un portal cerrado de mampostería. Tanto en uno como en otro caso se trata de un espacio de acceso a vivienda y cuadra por igual. Una variedad de este tipo, de más amplia fachada y más acomodada -quizá algo más tardío- resulta la que tiene impostas de fajas para diferenciar plantas en los hastiales y fachada simétrica de mampostería completa. También se encuentra el tipo neoclasicista, simétrico y serio de otras zonas y propio del siglo XIX.
Las solanas y los miradores. Barriada de Ruijas    También en este siglo, y en la primera mitad del siguiente, encontramos abundantemente viviendas que incorporan el balcón o la solana popular, aunque predominando tipos distintos a los de La Montaña y asimilables, más bien, a los de las Merindades burgalesas. Diferenciamos:
   -Casas de tres plantas con balcón en la más alta de ellas: muy abundante en Valderredible, bien retranqueado o, más normalmente, entre muros cortavientos mensulados.
   -Casas de tres plantas con doble solana, una en cada planta sobreelevada, entre muros cortavientos mensulados.
   -Casas con balcón en voladizo, sobre viguetas. Este tipo es más escaso y es, aunque muy rústico, un tipo más asimilable al montañés. Sin embargo, tampoco es infrecuente en el norte de Burgos.
   Merece la pena incidir acerca de la dominante presencia de algunas especiales maneras de construir y de ciertos materiales de construcción de la zona. Para empezar, la presencia habitual de extraordinarias fachadas de sillería isódoma en relación con la facilidad de labra de la arenisca amarillenta de la zona. Para continuar, son comunes en aquellos tipos decimonónicos los tabiques de los balcones y solanas configurados mediante entramado de madera, llamados imprentones, que, aunque no son desconocidos en la arquitectura montañesa, se encuentran más generalizados en las arquitecturas más meridionales, como las del Alto Ebro y norte de la Cuenca del Duero. Además muestran estrecho contacto con éstas si se recuerda que el relleno del tabique no sólo puede ser el mampuesto, sino también el ladrillo, el adobe o, a veces, la piedra toba.
   Anejos en saledizo, sobre estructuras de madera, son comunes en estas tierras bajas del sudeste de la comarca. La arquitectura valluca es especialmente demostrativa de todo esto. Debemos recordar que en esta zona son algo menos comunes las altas tapias de las corraladas, más generalizadas en las tierras altas, aunque siguen siendo habituales los corrales cercados o las corraliegas con servidumbres de paso.
   En la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del XX es de destacar la presencia de nuevos tipos constructivos en los núcleos más nororientales de la comarca, en La Población de Yuso y en Corconte. Aquí encontramos ahora un modelo de casa de gran tamaño, con tres plantas, con tejados a cuatro aguas con faldones, y balcones y miradores. En Corconte hay una serie de edificios de la misma traza, quizá debidos a las mismas manos y seguro que a un mismo momento, con balcón centrado en la tercera planta. En La Población también existe otro grupo de casas similares, pero aquí destaca la presencia de mirador retranqueado bajo el faldón de la techumbre, con fachada abierta hacia el muro corto perpendicular al caballete del tejado. Estos tipos recuerdan a otros más propios de la zona vasca y de las comarcas burgalesas aledañas, aunque de una manera poco definida.
   Por último, debemos abarcar ahora la necesariamente breve descripción de la casa de Cinco Villas, mucho más en la transición a la arquitectura montañesa. Existen construcciones del siglo XVII con ventana de alféizar y guardapolvo moldurados, ventanuco y puerta adintelada en la fachada. Su vivienda se compone hoy de portal, habitación y bodega en la planta baja, y cocina -con horno suspendido sobre la escalera- sala y otra habitación en el piso alto, pues no tiene desván. Un portalón con payoreta separada con seto de avellano entretejido se dispone adosado por un lateral. Otras casas tienen ventana con alféizar en el muro de sillería y otras con lo mismo en la fachada y que resultan muy clasicistas en su ordenamiento y simetría. En todo caso estamos ante edificaciones que se caracterizan por reservar para el vano de la habitación principal los únicos elementos decorativos, imitando a las casas y casonas de mayor prestancia. Por lo demás son edificios sencillos y hoscos, con pocos y reducidos vanos y ningún balcón, ni siquiera balconeta, como otros existentes en todo Campoo. Habrá que aguardar épocas más recientes para la diferenciación en los tipos que hoy se observa.
   Será en el siglo XVIII cuando se adopte plenamente el modelo montañés de casa popular con solana y astragal entre muros prolongados sobre la fachada. El modelo se impuso con algún retraso en estas tierras colindantes con La Montaña, pero con éxito notable. Podemos diferenciar ahora dos tipos básicos:
   -Casa entre muros cortavientos de sillares y sin solana, del mismo tipo que las citadas en la zona sudoriental.
   -Casa con solana entre muros cortavientos que se prolongan en la planta alta mediante ménsulas. Una casa de este tipo fechada en el sillar superior del hastial sur es la de Cabrero en San Miguel de Aguayo, de 1753. Este edificio tiene una planta baja con portal y bodega, una segunda planta con cocina y sala a la que dan tres alcobas y con acceso a la solana, más un desván bajo cubierta. Algunas variantes, de más empaque, llevan no sólo ménsulas molduradas sino también cornisas con molduras en los hastiales. Hay casas del mismo tipo que incorporan la tercera planta también con solana.
La casa "a la montañesa". Casa con corral en Villaescusa de Ebro   Este modelo, que podemos denominar montañés, fue adoptado con rapidez y continuó siendo el habitual, con variantes, en el siglo XIX yen los comienzos del XX. En los documentos de compraventa e inventarios testamentales suelen aparecer sucintas descripciones de los edificios del momento. Generalmente se describen como "una casa tejada y maderada con su alto, bajo, corral, caballeriza y pajar sita en esta villa". O como "una casa que se compone de vivienda en alto, bajo, cuadra, pajar, portal a la parte del poniente cercado y demás accesorios de corral, muradera, accesorios de colgadizos y huerto de hortalizas".
   Durante el siglo XX se repite mucho el modelo de dos plantas con solana entre hastiales prolongados, pero tienden a cerrarse los soportales preexistentes o a utilizar portal cerrado en las de nueva construcción. Como variantes de este modelo tenemos:
   -Casas con balcón en voladizo, sobre viguetas. Son bastante numerosas en todos los núcleos y suelen coincidir en edificios de portal cerrado en planta baja y tabique retranqueado en el piso superior. El tejado en volante que lo cubre es continuación de la vertiente en la fachada y se sostiene o bien sobre postes del balcón o bien sobre machones.
   -Casas de tres plantas con doble solana. Es una evolución que, como hemos visto, se da en toda la zona meridional de la comarca como solución para multiplicar el espacio habitable en las alineaciones de casas.
   -Casas de tres plantas con balcón en la más alta de ellas, que también recuerdan una solución propia de la arquitectura de todo el Alto Ebro, sobre todo de Valderredible y merindades burgalesas.
   Los desvanes claramente desarrollados son un elemento que se extiende en estos momentos, y lo encontramos descrito en los inventarios testamentales de comienzos del siglo XX.
   Desde finales del siglo XIX las nuevas edificaciones y las reformas que se producen tienden a una ampliación y multiplicación de los espacios habitables y de los vanos; y a la introducción de nuevos elementos y materiales, generalmente obtenidos ya en el mercado exterior y de procedencia industrial. Aparecen las galerías, a veces sustituyendo a las solanas en casas antiguas, por su mejor defensa contra el frío y el agua, y sobre todo los miradores de madera acristalados. Ello sin perjuicio de la todavía importante presencia de balcones y balconetas. Se generalizan los amplios desvanes con ventanas a las fachadas y aparecen los portalones, adosados o independientes, y los amplios voladizos del tejado para proteger la descarga del heno por los bocarones del pajar, en la trasera. También ahora tenemos tejados con tres y hasta cuatro aguas, en excepcionales casos con faldones.
   Contrariamente a lo que es habitual en buena parte de la vieja Merindad de Campoo, aquí no hay portaladas que cierren los pocos corrales cercados que se encuentran. Es más, lo más común es la ausencia de esos corrales; aunque sí hay espacios en la delantera de las casas en hilera con servidumbres y espacios privativos -liñeros- que reciben el nombre de corraliegas, como en otras zonas.
El seto y la piedra. Cuadra y pajares en Cejancas   En el pasado un anejo destinado a las cosechas, al menos hasta que aparecieron los balcones y solanas, debió de ser, en esta zona al menos, el hórreo. Se conservan en San Miguel de Aguayo algunas peanas de piedra que interpretamos como "pegoyos". Otra, similar, se puede contemplar en un corral de una casa de Santa Olalla.
   Pero la arquitectura popular no la forman, aunque sí principalmente, las casas aldeanas. Toda construcción que responda a los principios y caracteres señalados puede considerarse como tal. Y, en este sentido, debemos incluir también las construcciones pastoriles y los edificios para ingenios tradicionales.
   Tres son los tipos de construcciones pastoriles y ganaderas más habituales en la zona. De mayor a menor tamaño, consistencia y habitabilidad, los caseríos, las cabañas y los parapetos. Los caseríos, algo más que simples invernales, son propios solamente de Cinco Villas. Se trata de casas-bloque cuadrangulares, con hogar y habitación para estancia temporal en la parte delantera, y con cuadra y pajar, a lo que se dedica la mayor parte del espacio, en la parte trasera. Son construcciones ganaderas para cuadra y cebo, del tipo de los invernales montañeses, pero algo más desarrollados y con cocina habitación en planta baja, al modo de los caseríos iguñeses. En esto y en otras cosas se diferencian claramente de las cabañas de tipo pasiego que sí aparecen hacia lo alto del pueblo de Corconte y en Cabañas de Virtus.
   Son cabañas que muestran el contacto entre las edificaciones ganaderas campurrianas y las propias de los Montes de Pas. Hacia lo alto del Escudo se ven cabañas en el interior de las fincas, con dos plantas, la inferior cuadra y la superior pajar, con acceso a la primera mediante puerta situada en el muro corto y, sin embargo, aparece el bocarón en alguno de los laterales para acceder al piso alto.
   Como habitación temporal para los pastores estaba la cabaña. Se levantaba en los sitios de refugio para el ganado comunal, junto al corral del sel. Los pastores la construían de piedra y madera del lugar; la cubierta con banzos y céspedes por lo general, en lo que se conocía como banzao. Para su construcción se hacían salvedades respecto a la corta de madera en los montes del común.
   Un tipo de cabaña nos lo encontramos como propio de los puertos de Palombera. Se trata de una choza de plata trapezoidal, más estrecha en el fondo en que se sitúa el fuego y el catre de tabla que también hace de banco, con portal abierto denominado bellar. Las paredes son de mampostería con algo de barro para cerrar el paso al frío levantadas hasta poco más de un metro. La cubierta, con ligera inclinación de la cumbrera hacia atrás, se sostiene sobre postes de horca, varas y cespedones. Este tipo se encuentra también entre los restos de cabañas del alto Besaya.
   Otro modelo, que está presente sobre todo en las zonas meridionales de la merindad, es la cabaña cuadrada que se cubre de falsa bóveda con aproximación de hiladas. Estas edificaciones, cubiertas también muchas veces con céspedes, se encuentran en los páramos de La Lora y son una continuación de idénticas construcciones pastoriles que se conocen en la colindante provincia de Burgos.
   Las cabañas más comunes y generalizadas, sin embargo, son totalmente rectangulares, y en este último siglo las cubiertas comienzan a ser ya de teja, aunque aún se conservan algunas de losas y de céspedes. Son cabañas de planta rectangular, armadas con mampuesto, de piedra, con tejado a dos aguas y con la puerta de acceso en el muro corto perpendicular al caballete del tejado. En el interior apenas un catre al fondo y un hogar en el suelo junto a la entrada. En muchos casos el pastor contaba con un huerto o corral cercado.
   Existen ruinas de edificaciones ligeramente distintas que, creemos, tienen que ver con rebaños de ovejas trashumantes. De planta casi cuadrada, agrupadas varias chozas, con restos murados de corrales para apartar animales, conducen a pensar en pequeños poblados de verano para pastores meriteros llegados de Castilla y Extremadura. Se encuentran en los seles y brañas hacia la Sierra de Híjar y Brañosera.
   Por otra parte los conocidos como parapetos se explican como refugios diurnos frente al viento norte y al frío, levantados por y para los pastores de vecería. Aún se ven en las brañas de Campoo, Cinco Villas, Los Carabeos y Valdeolea. Cumplían, en las brañas abiertas, la misma función que los gruesos troncos de árbol de las zonas arboladas. Así lo atestiguan numerosos testimonios orales de los habitantes de más edad de las aldeas. Se trata de pequeños muretes, a veces aprovechando piedras nativas, a canto seco y con planta reducida de tendencia semicircular que defienden al vecero ya que se orienta el muro en esa dirección. Permiten a los vecinos pastores también encender pequeñas fogaratas y acostarse a descansar.
   Durante la baja Edad Media y la Edad Moderna se extendieron por el medio rural las edificaciones destinadas a cobijar o a servir a primitivos ingenios fabriles. Estamos hablando de los ingenios tradicionales: molinos, batanes o ferrerías. Los molinos que han llegado hasta nosotros, sobreviviendo al ocaso de la vida campesina tradicional, son edificaciones para contener y conducir la fuerza motriz para mover el ingenio de moler que cobijan. Responden en todo a modelos y técnicas edificatorias tradicionales, con algunas modificaciones. Son notables, en este sentido, la calidad de la cantería en los muros de contención de las aguas del pozo o camaral, de gruesos sillares muy bien ajustados. Y también, aunque no está presente en todos los molinos, el arco de medio punto para la salida de aguas de la cárcava. Señalar, por otra parte, que ciertos molinos merecen el nombre de fábricas por el tamaño y desarrollo del ingenio y del edificio.
Los ingenios tradicionales. Molino en Aldea de Ebro   De los batanes que, al igual que en otros lugares del entorno del Camino Real de Reinosa y Palencia, eran numerosos en esta comarca apenas queda nada. Lamentar el estado de ruina y abandono en que se halla probablemente el último testimonio de estos ingenios textiles, el batán de Fontibre, junto a las fuentes del Ebro.
   De las ferrerías de la comarca, reducidas casi todas a ruinas o transformadas en viejos caserones de fábricas harineras no menos abandonadas, poco que decir, salvo la calidad notable de la cantería aún visible. Quizá lo más destacado sean los restos de la ferrería de Bustasur, con carboneras que recuerdan la arquitectura popular de pajares y portalones. En relación con esto debemos hacer referencia a las chozas de los carboneros que cocían la madera para abastecer de carbón las ferrerías.
   No estamos ante edificaciones singulares, más bien nos encontramos con un tipo de choza cántabro pirenaica de varas, ramaje y cespedones. Se trata, en cualquier caso de edificaciones pequeñas y efímeras, para dar cobijo al carbonero mientras mantiene la vigilia durante la cocción. La choza se levantaba de la siguiente manera: En primer lugar se hincaban dos troncos de madera con horca en la parte superior, sobre los que se disponía otro a manera de viga cumbrera; de éste al suelo se colocaban trencas o varales, formando una edificación rústica a dos aguas con la suficiente amplitud para acostarse dos personas y hacer un hogar a la entrada. Esta fogarata, a veces, se guarecía de los vientos mediante una prolongación de una de las vertientes. Seguidamente se cubría todo con ramas y céspedes herbáceos. Los lechos eran de ramas, hojas y los propios sacos en que luego se carga el carbón.
   Pero... ¿Hubo alguna vez una arquitectura popular campurriana? Antes de tratar de responder a esta crucial pregunta diremos que la pérdida de funcionalidad, la despoblación rural y el abandono general han provocado un paulatino deterioro y ruina de muchos edificios singulares y de interés de este amplísimo patrimonio. Aunque empiezan a verse ejemplos de reformas respetuosas de los edificios, el camino emprendido lleva a una "urbanización" de las aldeas, transformando cuadras, pajares y portalones, cuando no se arruinan definitivamente, en residencias no campesinas, asfaltando calles y plazas, creando zonas ajardinadas y aceras, llenando la aldea de postes y cables, y de señales de tráfico y aparcamientos para automóviles. Además aún predominan las reformas poco respetuosas con los edificios, materiales poco apropiados, cobertizos, tejadillos y chimeneas incongruentes, y todo acompañado de obras francamente arruinadas. Casi habremos de preguntarnos si, de seguir así, habrá en el futuro alguna arquitectura tradicional campurriana que mostrar.
   Sin embargo aún quedan importantes y numerosos testimonios de este rico patrimonio. Dicho esto, la reflexión sobre la arquitectura popular de la comarca de Campoo que resta lleva a considerar la posible existencia de elementos o tipos comunes a toda la comarca en donde anclar la peculiaridad campurriana. Quizá la recurrencia de corrales y corraliegas centralizando los espacios domésticos, o un cierto predominio del clasicismo unido a la sobriedad en la mayoría de los edificios. Poca cosa en todo caso. Nada comparable, por ejemplo, ala peculiaridad de las casas y cabañas de Pas.
Sin embargo existen algunos elementos y tipos compartidos con otras zonas. Con las comarcas del norte de la Cuenca del Duero, se comparten todos los tipos sobrios y adustos, sin balcones ni solanas de madera, y la presencia habitual de imprentones y tabiques de ladrillo y adobe. Con los valles y jurisdicciones del Alto Ebro se comparten realmente muchas cosas, todos los tipos y variantes, así como la propia variedad de los modelos, los corrales, y también los imprentones de madera con tabiques de mampuesto de caliza o toba, o de adobe. Con las casas de La Montaña, en la misma región de Cantabria, se comparten los tipos con balcón o solana entre muros cortavientos, ciertas portaladas...
   El uso generalizado de la piedra y la madera, la disposición de los repartimientos funcionales, las técnicas constructivas básicas, son comunes a todas estas comarcas limítrofes. Igualmente los tipos de cabañas de sel y las chozas de carboneros.
   ¿Existen elementos o tipos comunes a la comarca que no sean también propios de otras? El dominio de corrales y corraliegas, aunque se extiende algo por las zonas vecinas de Burgos y Palencia, lo hace principalmente por tierras comprendidas en la antigua Merindad de Campoo. Con ello la tendencia disociativa que también está presente en ciertos tipos de edificaciones rurales mucho más meridionales (centro y sur de la Meseta, Extremadura y Castilla-La Mancha). Por supuesto el uso generalizado de la piedra lo hace peculiar, así como la presencia de anejos tales como el portalón y el colgadizo.
   El carácter de espacio de transición, a caballo de la cordillera, le dota de una cierta peculiaridad de arquitectura mestiza, lo que se muestra perfectamente en el caso de Cinco Villas y Corconte.
   Concluyendo, existen sin duda ciertos aspectos que permiten hablar de arquitectura popular campurriana, siempre que no pretendamos referirnos a tipos edificatorios específicos. Sin embargo, en términos generales, podemos decir que la arquitectura popular de la mayor parte de las tierras de Campoo se asimila con preferencia a la arquitectura propia de la vertiente meridional del sector oriental de la cordillera Cantábrica (Pernía, Campoo y Merindades), con matices, como en todas partes. No podemos considerar, por tanto, la arquitectura popular de la comarca como uno de elementos básicos en la construcción del identitario común de las gentes campurrianas. Habrá que renunciar a recrear el mismo sobre bases tan endebles como ésta.




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2003, Jose L Lopez